La historia

Day 1: La llegada

Después de sufrir 10 horas de vuelo, por fin aterricé en el aeropuerto JFK de Nueva York.

Sabiendo las interminables colas que se generan en inmigración, decidí echar a correr y adelantar al máximo número de no residentes americanos que iban conmigo en el avión. Aunque llegué de las primeras, esto no me salvó de una larga espera.

Mientras esperaba,  me acordé que mi pasaporte caducaba a los dos meses. Había oído hablar de que deben de tener una vigencia mínima de  6 meses para poder entrar en los EEUU. Aunque la embajada me había dicho que no pasaba nada, me empecé a poner nerviosa . Llegó mi turno. Huella dactilar, foto webcam y la famosa pregunta de ¿Porqué has venido a la ciudad de Nueva York?.

Cuando el policía puso el sello en mi pasaporte, no sólo me aprobaba la entrada en el país sino que daba por inauguradas mis 3 semanas de meditación.

Una vez en el taxi y después de dos horas de trayecto, llegué a la casa de Katie.

Al entrar en la portería, me topé con un ligero problema. Tenía que buscar el piso 1C pero de las 4 puertas que había, ninguna estaba numerada. Habían dos opciones, meter la llave en todas las cerraduras y arriesgarme a que algún vecino me confundiera con un ladrón, o preguntar a los vecinos cual era su apartamento.

Opté por conocer a los vecinos. Al tocar el timbre un perro se puso a ladrar como un histérico y de golpe se abrió la puerta. Ahí estaban, los dobles de la familia Devito. Me presenté y les pregunté cual era el piso de Katie. Me dijeron que cada piso tenía dos puertas  y que el piso de ella era justo el de delante. Les di las gracias por su tan valiosa ayuda y por fin entré en mi casa.

Al entrar y ver aquello, me quedé sin palabras. El apartamento es mucho más grande de lo que parecía en las fotos.

Empecé a recorrer el piso estudiando todos los detalles. De la manera que estaba decorado me recordaba al mío. Me sentía como Kate Winslet en la película de «The Holiday«, cuando intercambia su pequeña casa inglesa por una mansión en Beverly Hills.

Eran las 19.00h,  deshice maletas, me duché y me fui a dar una vuelta por el barrio.

Mientras caminaba por Court Street, me di cuenta de que ese era el sitio donde quería vivir, formar una familia, tener un perro y formar parte de esa ciudad de la que siempre he soñado. Me di cuenta de que había venido para algo y que ese algo me iba a llevar a vivir en ese barrio.

Después de años y años soñando, después de años de no creer en mi, de edificar barreras en cada una de mis ilusiones y sueños, he conseguido empezar a ver la vida diferente.

La vida es dificil porque nosotros la hacemos dificil.

Ya no veo barreras a mi alrededor. Creo en mi y por algo estoy aquí.

No me considero una persona racional. Siempre me guío por mis sentimientos y cuando lo hago, mi vida evoluciona. No importa lo difícil que es llegar a un sueño, si lo mides con el corazón, llegarás a él.

Compré algo para cenar y desayunar y gracias al cambio de horario di por finalizado mi Day 1.

Sigue leyendo – Day 2: Vuelta de reconocimiento

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