Y cuando llegas a Nueva York
Cuando llegas a Manhattan desde el aeropuerto en taxi y a medida que te vas acercando a la ciudad, todo el entorno empieza a cambiar. De repente un montón de rascacielos aparecen delante de ti y esta es una sensación difícil de olvidar.
Cuando te vas te invade un punto de tristeza, pero aunque sabes que volverás, experimentas unos días de nostalgia incomprensible.
Si has sentido estos síntomas, es porque has sentido la energía de la ciudad. Una ciudad que te hace sentir vivo. No es magia, esta energía proviene de la gente, de un ritmo que se va contagiando los unos a los otros. Da igual que no estés viviendo en ella, todo el mundo que pisa la ciudad es partícipe de esta energía.
Da igual que vuelvas 20 veces y te la sepas de memoria. Si has logrado entrar en sintonía energética, se te volverán a poner los pelos de punta cuando desde el taxi, veas aparecer delante de ti esa masa de cemento impresionante.
Nueva York te apasiona o te horripila, no hay punto intermedio.