Day 18: Goodbye Carroll Gardens
Hoy es viernes y ya han pasado 18 días. Katie llega esta tarde y debo abandonar el piso entre las 14.00h y 15.00h. Me he levantado con una pena enorme. Es increíble lo mucho que te haces a un lugar que desde un principio no te pertenece. Todo lo que me rodea es de otra persona, muebles, cuadros, libros, complementos.
Es curioso como durante todo este tiempo, rodeada de cosas que no me pertenecen, me lo he hecho mío. Abandono el que ha sido mi hogar durante 2 semanas y media, el lugar donde he llevado a cabo el desarrollo de mis ilusiones y el principio de un sueño.
Este cambio de piso tengo que reconocer que no me apetece nada.
Antes de mover mi maleta más tres bolsas de plástico llenas de cosas, he tenido que hacer un viaje relámpago a Manhattan para alquilar un objetivo en CSI RENTALS (133 west, 19th street. Tienda especializada en el alquiler de material fotográfico y audiovisual). Sí, es raro alquilar un objetivo, pero antes de subir al Rockefeller necesito ir bien equipada. Al llegar a la tienda y después de pegarme toda aquella pateada, me topé que el que quería estaba agotado. Así que di media vuelta y regresé a Carroll Gardens con las manos vacías.
Otra vez de vuelta al piso y después de acabar de organizar y limpiar, llegó la hora de la mudanza. Salí a la calle como pude. Arrastrar aquella maleta, era como arrastrar un camión lleno de piedras, más las bolsas, más el ordenador. Llegué hasta la esquina y esperé un taxi. 5 min, 10 min, 15 min. Me di cuenta que aquello no era Manhattan y que ni por asomo encontraría un taxi en Court Street. Sólo me quedaba una solución, el metro.
Mentalmente hice el recorrido en mi cabeza para visualizar todos los obstáculos que me iba a encontrar. Escaleras para bajar a las vías, meter todos los bultos en el metro, escaleras para subir a la calle y una vez en la 16th street de Prospect Park, caminar hasta el piso y subir las escaleras del edificio. ¿Iba a poder con todo?, ¿Acabaría perdiendo mis brazos por el camino?. Sólo tenía que empezar a caminar para llegar a saber la verdad.
Mis primeros pasos bordeando el parque de Carroll Gardens por President Street, fué lo más parecido a llevar atada una bola de hierro macizo en brazos y piernas. Todo el mundo me miraba, supongo que me confundían con una vagabunda arrastrando una maleta y 3 bolsas de plástico. Tal vez era lo más parecido a una mujer que había perdido toda su fortuna comprando zapatos y ropa de marca en la gran ciudad. Estoy segura que si me sentaba en uno de los bancos del parque, me ganaba algún dollar.
Una vez en Smith Street delante de la parada de metro de Carroll Street, miré las escaleras. Evidentemente no podía bajarlo todo de una vez y empecé a hacer viajes. Llegar al andén fue una victoria y subirse al vagón fué lo más parecido a tocar el cielo.
Después de 5 paradas de metro desde Carroll Street, llegué a mi destino Prospect Park – 15th street.
Volví a llevar a cabo diferentes viajes para sacar mis bultos a la calle y por fin llegué al piso.
Fue extraño entrar en aquel piso. Era lo más parecido a vivir en un mercadillo de antiguedades en mal estado. El sitio tiene su encanto pero tengo que confesar que le falta una limpieza a fondo. La habitación huele a armario cerrado y me doy cuenta que no hay colchón. En su lugar dos colchoncillos. Me siento para comprobar la amortiguación y noto como me clavo toda la balda en el culo.
¿Como dormiré esta noche?.
Después de revisar el piso, he ido a dar una vuelta por Manhattan y he acabado cenando sola en el West Village. El sitio se llama Hummus Place y como bien indica la palabra, sirven todo tipo de Hummus.
Tengo que decir que el cenar sola en un restaurante no lo llevo muy bien. Comer es diferente, pero cenando pocas veces ves mesas de uno. La experiencia no ha estado mal, pero no como para repetir. Ceno deprisa y me acerco a Magnolia para hacerme con el vigésimo cupcake que me como este verano.
Con la tripa llena vuelvo a Prospect Park con poquísimas ganas de probar mi cama sin colchón.