Adiós mi Café Angelique
Este fin de semana me he enterado del cierre de mi querido Café Angelique de Bleecker con Grove St. Pensar que ya no me tomaré un café sentada en una de esas sillas de hierro en forma de corazón, viendo el tiempo pasar con mi cuadernillo de notas, me produce un estado de cierta tristeza. Era uno de esos sitios que pisaba ya por tradición nada más aterrizar en Nueva York.
Debido a su cierre, he querido dedicarle el post de hoy, a todos los cafés e historias vividas en una de las cafeterías con más encanto del West Village.
Me acuerdo la primera vez que entré y lo descubrí. Hace ya millones de años. Era invierno y nevaba. Estaba caminando por Bleecker con los copazos de nieve golpeándome la cara y de repente ese café angelical se me plantó delante. Entré sin pensarlo y tuve la suerte de hacerme con una de las mesas que están pegadas a la ventana. El escenario sentada en aquel punto de la cafetería era mágico. Sonaba de fondo música de los 60 y toda la calle estaba nevada. Era como estar viendo una postal de Nueva York refugiada dentro de una caja de cristal con calefacción.
Nunca olvidaré ese primer encuentro con mi Café Angelique.
Llevaba abierto 10 años y ha sido víctima de la puñetera subida sin sentido del precio del alquiler. He leído que pagaban $16000 al mes y han tenido que cerrar porque el mismo alquiler ha pasado a $42000 mensuales. Precios desorbitados sin sentido.
Afortunadamente Café Angelique sigue teniendo sus otras dos cafeterías en la ciudad, pero la de la calle Grove & Bleecker siempre ha sido y «será» la más mágica de todas. La original.
Adiós Café Angelique y gracias por todos esos momentos mágicos que me has dado.
Café Angelique – 68 Bleecker St / Café Angelique Express – 575 Broadway