En las nubes

El día que un tío me dio su número de teléfono en el metro

metro NY

Todo es posible cuando viajas sola a Nueva York

En Nueva York todo es posible. En cualquier momento te puede pasar algo inesperado, como ver a un famoso, toparte con el rodaje de tu serie favorita, encontrarte a tu vecino que se encuentra de vacaciones o que un completo desconocido te de su número de teléfono en medio del metro.

Esta última, es una de esas historias que siempre cuento. Supongo porque era la primera vez que me pasaba algo así. Me pasó hace muchos años. Fue en mi primer viaje sola en Nueva York. Cada día lo vivía con mucha intensidad, sabiendo que lo que estaba viviendo en aquel momento se desvanecería en cuestión de segundos. Todo era como un sueño y quería recordar cada segundo de mi primera experiencia sola en la ciudad más fascinante del mundo.

Era un día de agosto, llevaba todo el día caminando sin parar deseando meterme en el metro para regresar a Brooklyn, y  aposentar mi trasero en algún momento del trayecto.

Logré sentarme a los dos minutos de entrar. Literalmente me sentía en un momento de placer, con ese aire acondicionado que te quita las patas de gallo en un abrir y cerrar de ojos, y sentir como la planta de mis pies choriceros me daban las gracias a gritos por no continuar caminando.

De repente todo pasó muy rápido. El metro llegaba a la parada de Union Square, y en medio de mi empanamiento mental y placentero, vi como un tío se me acercaba, me cogía la mano y me depositaba un papelito, mientras mirándome a los ojos y saliendo de aquel vagón, me decía, «call me».

Estuve durante 4 segundos analizando lo que había pasado. Pero lo peor de todo fue el hecho de tener a todo el mundo mirándome con una sonrisita en la boca tontorrona, impacientes de que leyera la nota.
Con tanta expectación, y mi cara como un tomate, no sabía si abrirla ahí en medio, o guardármela para otro momento. Pero la curiosidad pudo conmigo y la abrí.

En la nota había un nombre (que ya ni recuerdo) junto a un número de teléfono. En ese momento sentí una carcajada interna brutal, mientras sentía que el hombre de al lado me estaba observando fijamente. Así que levanté la mirada y busqué ese momento de complicidad con aquel extraño para reírme con alguien.

Sus palabras fueron directas y simpáticas: «Yo conocí a mi mujer en el metro», entonces los dos nos pusimos a reír, y le contesté con un «No creo que él sea el hombre de mi vida»
Evidentemente que no lo era, no era mi tipo ni por asomo. Lo más seguro es que tuviera más papelitos en el bolsillo y los fuera repartiendo por todo el metro de Nueva York en busca de un polvo de fin de semana.

Esto es un ejemplo tonto que cualquier cosa fuera de lo normal puede pasarte en Nueva York. Cosas que vas a recordar toda tu vida con una sonrisa en la boca. Pero probablemente sean cosas que sólo te pasen cuando viajas sola. Al viajar solos, nos abrimos más a la ciudad, somos más conscientes de nuestro entorno y de nuestra presencia en el mundo. Nos centramos en el presente, y analizamos todo aquello que nos está pasando de una manera mucho más detallada y profunda que cuando vamos acompañados.

Si todavía no te atreves a viajar sola, puedes apuntarte a uno de los viajes que llevo a cabo este año y romper el hielo. Tal vez acabes teniendo una noche loca con un bombero.

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