Mi experiencia en The Nomad Hotel *****
Considero que siempre que uno pueda, hay que intentar darse caprichos de vez en cuando.
Después de las dos semanas que me pegué en NY llevando el viaje de chicas junto con Gaela, necesitaba un tiempo para mi, al menos durante 48 horas.
Tenía necesidad de acabarlo por todo lo alto. A pesar de que Gaela me caía muy bien y todo eso, le dije que los dos últimos días del viaje no la quería ni ver. Nos teníamos que marcar un Sola en Nueva York en toda regla. Así que cada una se pilló un hotel diferente y sólo nos juntábamos para cenar.
Y así fue, tuve la suerte de hacerme con una oferta de Booking en uno de mis hoteles en Nueva York favoritos, The Nomad Hotel.
Hacía tiempo que me rondaba por la cabeza alojarme ahí, sentirme como si fuera una tía pastosa de esas que tiran la tarjeta de crédito en la recepción de un hotel de 5 estrellas sin importarle nada, llevando unos tacones de aguja, peinado impecable, labios pintados de rojo y entrando con porte de diva a lo Naomi Campbell. Con esa ilusión en la cabeza, decidí intentar ser esa persona durante 48 horas.
Mi entrada al hotel no fue tal como me esperaba. De entrada olvídate de llevar tacones de aguja, cara sin pintar y después de dos semanas en NY, imagínate, la maleta la había hecho tan mal que al no poder cerrarla, tuve que meter lo restante en un par de bolsas de plástico a lo síndrome de Diógenes.
Mi porte mientras arrastraba los bultos, imagínate. Entrada triunfal. Glamour total, pero suerte que eso se lleva por dentro y en el fondo nunca se pierde. Es como cuando Carrie Bradshaw sale comiendo una hamburguesa del MacDonalds y luego te la comes tú, pensando «yo puedo ser ella» y te sientes como una guarrindonga al acabarte las patatas y la coca-cola y te repites una y otra vez «juro que nunca más volveré a meterme un MacMenú».
Me dieron la Atelier Room. Me moría por dormir en esta habitación, no sólo por lo maravillosa que es, si no por la pedazo bañera que hay al lado de la cama.
La experiencia fue total y mejor de lo que me esperaba. Todas las habitaciones vienen con un dock para poner el Ipod. Es ahí cuando tuve mi momento espiritual, al llenarme la bañera a tope de espuma, poner a Bruce Springsteen de fondo y cerrar los ojos mientras pensaba…. yo a esta vida me puedo acostumbrar rápido.
En la puerta del hotel dos buenorros dándote la bienvenida todo el santo día. Y en recepción más buenorros para el check in y demás.
Uno de los rincones que más me han gustado del hotel es una librería que tienen al fondo del restaurante llamada The Nomad Library y de la que ya os hablé hace poco. Es más para relajarse y tomarse una coca cola mientras te conectas a la wifi que otra cosa. Esta librería es espectacular.
El último día le dije a Gaela que porqué no cenábamos en el restaurante del hotel, ATRIUM. Tienes que reservar sí o sí antes, ya que se ha convertido en uno de los restaurantes de moda actualmente. El sitio es increíble, buenísimo todo y el ambiente más NY no podía ser. Pijo, pero único. Hasta tuvimos la suerte que nos invitaron a los entrantes. Lo que sí que recomiendo es el cocktail de jengibre, Dios mio que delicia. Tenéis que probarlo si vais y si os gusta el jengibre claro.
Os dejo unas fotos que hice de la habitación. Aún sueño con esas dos noches. La próxima vez espero llevar a algún buenorro, ya que esa bañera hay que aprovecharla a fondo.
Nomad Hotel /1170 Broadway & 28th Street, New York, NY 10001 / 212 796 1500
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