Day 4: Soho & shopping
A primera hora de la mañana, he vuelto al Café Pedlar a por mi Iced Latte de 4.50$. Mi
mesa vuelve a estar libre, así que tomo sitio y me adentro en mis pensamientos con mi libretita negra. Siento como si llevara ahí toda mi vida olvidándome que apenas han pasado cuatro días.
Con cinco páginas más escritas en mi cuaderno, me preparo en el metro para sumergirme en el mundo de las compras del Soho. Tengo varias tiendas que quiero visitar, pero sé que cuando llegue a una en especial, mi economía temblará. Hablo de Urban Outfitters (628 Broadway). Espero que algún día abran en España.
Ofrecen ropa y cosas para el hogar muy originales. El precio es lo que único que no me convence. Demasiado caro para la calidad que ofrecen. Afortunadamente siempre tienen una gran sección de rebajas, así que me llevo de ahí un vestido y unos zapatos rojos un poco retro.
Contenta con la compra necesito comer algo en un sitio especial y evitar un poco la aglomeración de gente que hay en la calle. Caminando, llego al Hotel Mercer y visualizo su pequeña cafetería (The Mercer Kitchen: 99 Prince Street) casi vacía. Entro y digo la famosa frase que todo viajero solitario aprende nada más llegar: «Table for one please». Ojeo la carta y decido seleccionar lo más baratito, un Chicken Sandwich con guacamole, patatas, bacon, pollo y demás condimentos. El precio del sandwich y la bebida me sube a 18$ más propina. Al cambio, unos 15 euros. Me habrá salido unos 5$ más caro que comer en una deli, pero estar en ese precioso lugar, disfrutando del ambiente no tiene precio y una vez más, estoy de vacaciones.
Con la tripa llena y sin preocuparme de la cantidad de cosas calóricas que me estoy inyectando, sigo caminando y paro en varias tiendas con cosillas para el hogar muy recomendables para quien le guste todo este rollo:
Crate & Barrell – 611 Broadway
Sur Le Table: 75 Spring Street
Fishs Eddy: 889 Broadway (19th street)
Mis pies me piden a gritos que vuelva a casa. Noto como me arden y para colmo una familia de llagas se ha apoderado de mis dedos.
No entiendo como las neoyorkinas pueden caminar todo el santo día con tacones de aguja. Las ves como si estuvieran llevando unas cómodas zapatillas de andar por casa. ¿Deben practicar de pequeñas con los zapatos de sus madres?, ¿asisten a clase de How to walk in your high heels no matter what?, o es que venden alguna prótesis que recubre el pie para protegerlo de todo tipo de heridas que el zapato te pueda provocar?.
Mis pies a día de hoy parecen un par de morcillas.
Subiendo por Broadway llego al edificio Flatiron y visualizo una nueva zona con mesas y sillas que han habilitado justo delante del edificio. Me tomo unos minutos…
Sigo hasta Union Square y me topo con el famoso Green Market de Union Square abierto todo el año sólo los lunes, miércoles, viernes y sábados de 8.00h a 18.00h.
Agricultores del estado de Nueva York abren su parada para vender sus productos directos del campo. Esto sería lo más parecido a los mercados que tenemos en España pero donde sólo venden quesos, frutas, verduras, miel, flores y cosas hechas a mano.
Veo una parada de productos hechos con manzana. Me compro un Apple Donut y decido volver a Brooklyn con mis compras y las doscientas cincuenta mil calorías que he adoptado durante el día.
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